Frases : C. H. Spurgeon (III)

Cuando siendo yo niño vivía en el campo en la casa de mi abuelo, vi una partida de cazadores vestidos de casacas coloradas, corriendo a través de los campos en persecución de un zorro. Mi corazón infantil se entusiasmó, y me sentí dispuesto a seguir tras los sabuesos saltando setos y zanjas. Siempre he sentido una inclinación natural por esa clase ejercicios y cuando de muchacho se me preguntaba lo que yo quería ser, generalmente contestaba que iba a ser cazador. ¡Hermosa profesión, a fe mía!. Muchos jóvenes tienen de ser pastores de almas, la misma idea que yo tenía de ser cazador. Los anima un pensamiento meramente pueril de que les agradaría la casaca roja y el silbato de cuerno, es decir, los honores, los respetos, las comodidades y son probablemente lo bastante necios para pensar también en las riquezas del ministerio. La fascinación que ejerce el cargo de predicador en los espíritus débiles es muy grande, y por lo tanto  exhorto encarecidamente a todos los jóvenes a que no confundan un capricho con la inspiración, y un antojo pueril con el llamamiento del Espíritu Santo

C. H. Spurgeon